Una jornada de gloria
Siempre nos parecerá insuficiente lo que se diga o escriba sobre las Damas de Blanco. Ellas se han ganado el respeto y la admiración de todos; aun de muchos que por cumplir las reglas del juego engrosan las filas de la canalla que las calumnia, ofende y agrede. Mas, en estos días de marzo se han llenado de gloria de modo especial.
Las razones para la elevación y el incremento de las actividades son evidentes: se cumplían cinco años de la “primavera negra”. Hecho sin precedentes, por su crueldad y alevosía, en toda la vida republicana.
Las acciones de recordación tuvieron lugar durante los seis días que se extienden del 14 al 19 de marzo del presente año. En tal fecha, pero del año 2003, setenta y cinco opositores pacíficos y periodistas independientes fueron detenidos, posteriormente enjuiciados y finalmente encarcelados con penas que van desde los doce hasta los 28 años de prisión.
Como este año la Semana Santa coincidía con la jornada de recordación, determinaron adelantar el inicio de la misma para no interferir la conmemoración del triduo pascual que comprende el Jueves, Viernes y Sábado Santos y, como muestra de respeto hacia aquel cuyo sacrificio de dolor y muerte abrió un camino de fe, amor y esperanza, del cual se nutren cada día estas mujeres.
Entre las actividades estuvo la asistencia a la misa dominical en la iglesia de Santa Rita que esta vez acogía a medio centenar de damas. Por ser Domingo de Ramos unieron al símbolo del amor representado por el habitual gladiolo, la hoja de yarey que, reemplazando al ramo de olivo, actualizaba la bienvenida que una vez el pueblo de Israel tributara al Salvador. Y así marcharon, serenas, calladas. Imperturbables a lo largo de la Quinta Avenida con el recuerdo de sus seres queridos prisioneros. Al soplo del cálido viento, aún de cuaresma, que para saludarlas hacía galopar las nubes bajo un cielo intensamente azul.
Cada día, y al atardecer, camino de la iglesia ya fuera la del Carmen o la de la Caridad, hacían el recorrido entre el bullicio callejero recibiendo palabras de aliento de los transeúntes. “Sigan por ese camino”, gritan unos; “estamos con ustedes”, les dicen otros; “ustedes van a triunfar”, argumentan aquellos de allá; “la razón es de ustedes”, aseguran los de más acá. Nunca falta alguno que desentonando las mire con furia mientras le da vivas a Fidel o a los cinco agentes que espiaban para el régimen. Ellas no responden. Están demasiado inmersas en el recuerdo de los familiares presos.
Caminando rumbo al Ministerio del Interior y en la intersección de las avenidas Carlos III y Rancho Boyeros, una turba de facinerosos reclutada por el régimen le lanzaba improperios al tiempo que amenazaba con agredirlas. Ellas acostumbradas a estas lides respondían con el silencio y con esa serenidad que sólo pueden mostrar en tales circunstancias aquellos que se saben respaldados por una causa justa y limpia; quienes van convencidos de tener de su parte a la razón.
Como epílogo de tan gloriosa jornada, se efectuó el lanzamiento del libro escrito en prisión por el preso del grupo de los 75, Héctor Maceda, «Enterrados Vivos». A tal evento asistieron el jefe de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en la Habana y el embajador de la Republica Checa además de otros diplomáticos, así como la prensa extranjera acreditada en nuestro país.
Confiemos en el cercano triunfo de la causa de estas mujeres. Sus esfuerzos y desafíos están motivados por un profundo sentimiento amoroso y éste siempre resulta vencedor. Porque así como hasta la fe se torna innecesaria al hacerse realidad los sueños y también la esperanza que incuba esa fe, el amor perdura en su eternidad. Porque Dios es amor y Dios va con ellas y está con ellas.
Autor: Oscar Mario González (publicado en Cubanet)