El régimen castrista no solo sigue su acercamiento con Rusia, ahora también lo hace con la China comunista. El gigante asiático es un país del que se ha especulado mucho sobre si Raúl Castro ve en él un modelo conveniente para aplicar en Cuba, de modo que se pueda alcanzar mejores condiciones económicas sin perder el control del poder por parte de la cúpula del Partido Comunista.

La pasada semana estuvo en La Habana el gobernante chino y hubo compromisos de mejorar la colaboración económica entre ambos gobiernos.

Mas todo indica que ni siquiera las reformas chinas, que por supuesto en nada tienen que ver con lo que realmente necesita la isla, es algo que está en los planes del Gobierno cubano.

Todo no es más de que la situación de la economía es terriblemente difícil, y Raúl busca quien le de algún soporte económico, quien quiera invertir en la isla, no importa las condiciones, siempre que el régimen mantenga el control.

Tanto el Gobierno chino como el ruso sólo están movidos por intereses propios. Uno, de que sus empresarios, que son además jerarcas del Partido Comunista, tengan donde hacer plata; el otro, además del económico, lo mueve la nada despreciable posibilidad de tener un aliado muy cerca de Estados Unidos, ahora que sus ex repúblicas satélites se acercan política y militarmente a Washington.

De cualquier modo, los empresarios son ellos mismos, y los explotados, los trabajadores cubanos, conocen muy bien el precio de oponerse a una dictadura como la cubana.

En América Latina también tiene la dictadura quien pone los ojos en la isla y las posibilidades que brinda un país liquidado, pero con posibilidades de generar dividendos, si se invierte convenientemente.

Ahí está Brasil, con la política ambigua y oportunista de Lula da Silva, que unas veces elogia al régimen y otras habla de la necesidad de cambios, que ya una vez dio a Fidel por muerto y ha dicho que debió hacer reformas en vida, y que también invita a Raúl a que realice una visita al Brasil. Oportunismo por todas parte; sobre esas bases está forjando las relaciones internacionales el Gobierno de Cuba.

Con la Europa democrática, ya sabemos que sus excelentes relaciones son con España, cuyo Gobierno cabildea en la Unión Europea para que se deje de presionar en materia de derechos humanos y que manda a sus Ministros a La Habana, e ignoran a la oposición democrática para después expresar cínicamente que fue debido a que no se le pidió un encuentro.

Pero también el castrismo tiene otros «amigos» en el viejo mundo. No olvidemos a Lukashenko, el sátrapa que gobierna con fraudes y represión a Bielorrusia.

La lista de quienes son los «camaradas» en el mundo de la tiranía cubana, si vemos, son todos gobiernos de dudosa reputación, a excepción de España. Pero ya sabemos que la democracia no es una garantía de que quienes gobiernan lo hagan guiados por los principios de los que se declaran adeptos.

Hay un viejo refrán que expresa: «Dime con quién andas y te diré quién eres» y en este caso es muy bien aplicable. Si juzgamos por tales acercamientos y alianzas no hay mucho margen para creer que los que gobiernan nuestro país tienen en mente algún tipo de apertura que abra el camino a la democracia, las libertades y el respeto a los derechos humanos.

¿Puede haber alguna inclinación por esos valores en un Jefe de Estado que no siente pudor en cantar en chino una vieja canción en honor a Mao Tze Tun?

Parece que no, y como ya hemos dicho una y mil veces, solo la lucha por la libertad de cada uno de los que la queremos desde nuestro lugar, traerá esos cambios. No esperemos nada bueno de la dictadura cubana.

Autor: Osvaldo Alfonso Valdés