Las Damas de Blanco son un resultado de la represión castrista. Si el Gobierno cubano no hubiera encarcelado a 75 enamorados de la libertad, las enamoradas de esos hombres quizás todavía fueran oscuras amas de casa cuyo único orgullo sería servirles un plato arrancado a la pobreza para que ellos, alimentados por manos gentiles, vivieran amando la Patria.
Pero la mano tenebrosa de un régimen tenebroso nos lanzó a la calle para que no se acallaran las voces de aquellos que nos enseñaron a defender nuestros derechos con valentía. Sin los encarcelados de la Primavera Negra, no hubieran surgido Las Damas de Blanco. Y ese fue precisamente el error del Gobierno cubano. Impulsado por su odio, cegado por la cólera, no se dio cuenta que el amor existe: Las Damas de Blanco son el amor. Por eso el Gobierno cubano se aterra al verlas desfilando por las calles, porque el amor no es precisamente lo que caracteriza a un régimen que se ha empeñado en sembrar el odio.
Aquel 19 de Marzo del 2003, cuando la policía política cubana, como una horda furibunda, se presentó en mi casa para destruir mi familia comprendí la dimensión que alcanza una mujer, una madre, cuando su hogar es agredido. No nos quedó otra opción de sustituir a quienes nos enseñaron a vivir con decoro.
En un principio teníamos miedo; marchábamos como ovejas temblorosas acechadas por el lobo, pero la unión de todas nos hizo fuertes. Nos juntamos quizás para compartir nuestras primeras lágrimas, pero pronto comprendimos que no era con lágrimas que se enfrenta la adversidad. Nos habían obligado al desafío y acordamos un desafío invencible; el desafío de la pureza, la paz y el amor.

Los tiranos saben de la muerte y de la represión, pero no conocen la entrega y la ternura. Teníamos esas armas,con ellas empezaríamos una batalla que hasta hoy no ha cesado. Camina Laura Pollán al frente de su ejército de la magia, de la dulce magia a que convoca la fidelidad a ese gran hombre que es Héctor Maseda; la secunda, como dijera el poeta Manuel Vázquez Portal, una explosión de lirios donde cada pétalo pudiera llamarse Julita, Dolia, Berta, Loida, Alejandrina, Miriam.
Con su blancura inundan las calles de La Habana. Vienen desde Santiago de Cuba. Sin interceptadas por la policía en un barrio de Ciego de Ávila. Se les prohíbe un tren que parte desde Villa Clara. Las obligan a descender de un ómnibus en Las Tunas. A pesar de esto se reúnen para no permitir que caigan en el olvido aquellos que, además de hijos, sembraron en su ser el amor a la libertad.

Pero no es inédito este gesto de la mujer cubana. Desde los primeros clamores estuvo junto al mambí el corazón de la mujer. De esa estirpe gloriosa han brotado mujeres como Sylvia Iriondo, Alina Garrido, Laida Carro, que si bien no padecen el encarcelamiento de sus esposos y las fracturas de sus familias, no es con lágrimas que han apoyado a Las Damas de Blanco, sino con la identificación plena de la amiga que sabe que la patria y la familia padecen bajo la mano brutal que agobia la playa que añoran y el parque que abandonaron en la infancia.
Las Damas de Blanco nacieron solas, pero cuando el amor es quien convoca, llegan amigos de todas las partes de la tierra. Eso ha ocurrido. Si hoy Europa y el resto del mundo habla de Las Damas de Blanco es porque el amor no conoce fronteras. No fuimos nosotras las iniciadoras; nos vino la tradición desde mucho antes. Las Damas de Blanco son continuadoras del dolor de otras mujeres que también padecieron el encarcelamiento o el fusilamiento de sus hombres. No estuvieron solos los prisioneros de la insurrección del Escambray, los expedicionarios de Bahía de Cochino, los fundadores de las primeras organizaciones de derechos humanos. Allí estaban sus esposas, sus madres, sus hermanas, llevándoles más amor que vituallas.
También como ellas lo fueron, son asediadas y hostigadas en Cuba Las Damas de Blanco. La policía política utiliza las más viles formas de intimidación. Aumentan la seguridad en las prisiones con sus familiares. Les hacen mítines de repudio. Las amenazan con encarcelarlas, con golpearlas.
El Gobierno cubano intenta desmoralizar a Las Damas, descalificarlas ante el pueblo cubano, pero el pueblo cubano no se engaña; las conoce y admira. Y por toda la isla se rumora sobre las mujeres vestidas de blanco. Ellas son la esperanza, el futuro, la certeza de que este tiempo quedará atrás.
Muchas gracias.

Autor: Yolanda Huerga (esposa de ex prisionero de conciencia Manuel Vázquez Portal)