Las Damas de Blanco, como se les conoce a las esposas y familiares de disidentes encarcelados, realizan marchas por la 5ta avenida de La Habana para pedir la liberación de sus familiares.
Nacida el mismo año de la revolución cubana, Yolanda Huerga, antigua bibliotecaria que ahora vive en Miami, no parece ser una candidata para cofundadora de uno de los grupos opositores cubanos más reconocidos.

Durante la mayor parte del tiempo que vivió en la isla comunista, Huerga siguió la línea oficial. Restó importancia a las críticas privadas de sus abuelos sobre la represión del gobierno, pensando que eran habladurías de viejos.

Pero todo comenzó a cambiar el 19 de marzo del 2003, cuando el gobierno arrestó a su esposo, Manuel Vázquez Portal, uno de los 75 periodistas independientes, bibliotecarios y activistas de derechos humanos encarcelados en una ofensiva oficial.

Mientras observaba cómo se llevaban a su esposo de su apartamento de Alamar, las semillas de rebelión sutilmente plantadas por sus abuelos comenzaron a germinar. «Hasta entonces yo me había mantenido fuera de la política», dijo Huerga, de 48 años, que catalogó libros en la Biblioteca Nacional en La Habana hasta el 2000.

El gobierno que acusó a su esposo y a otros de ser mercenarios de Estados Unidos la había impulsado a la acción inadvertidamente.

Otras mujeres cubanas en una situación similar –las esposas, madres e hijas de los 74 hombres y una mujer arrestados en la ofensiva y condenados a fuertes sentencias por disentir– harían historia con ella como fundadoras de Las Damas de Blanco.

Mientras Las Damas se preparan para celebrar su quinto aniversario en marzo, Huerga, su esposo y su hijo de 13 años, Gabriel, ya no están en Cuba, pero el trabajo del grupo todavía la consume. En calidad de representante oficial de Las Damas en las Américas, Huerga realiza presentaciones en numerosos países, desde Argentina hasta Canadá, acepta premios internacionales humanitarios en nombre del grupo y alaba sus éxitos. «Hemos logrado mucho, pero Las Damas seguirán existiendo mientras haya presos políticos en las cárceles cubanas», dijo Huerga.

Las Damas han ganado premios de Human Rights Watch y Human Rights First, así como el prestigioso Premio Sajarov, otorgado por el Parlamento Europeo. Más que cualquier otro grupo de derechos humanos dentro de Cuba, las muestras de desobediencia civil de Las Damas de Cuba ha llamado la atención del mundo, poniendo en el candelero los abusos y presiones del gobierno de Castro sin disparar un solo tiro.

«Ante las persistentes amenazas, insultos e intentos de silenciar a Las Damas de Blanco por parte del gobierno cubano, estas valientes activistas se mantienen firmes en su batalla por la justicia y los derechos humanos», expresó Andrew Hudson, que trata temas latinoamericanos en Human Rights First.

Todos los domingos sin falta desde que el grupo se creó en marzo del 2003, las mujeres han asistido a misa en la iglesia católica Santa Rita de Casia, en Miramar, La Habana. Entonces, vestidas con sus características ropas blancas, marchan en silencio –siempre con un gladiolo rosado en la mano– por la Quinta Avenida, donde están la mayor parte de las embajadas, exigiendo la liberación de sus seres queridos.

Hoy, 59 de los 75 detenidos originalmente en lo que ha llegado a conocerse como La Primavera Negra de Cuba, cumplen sentencias de hasta 28 años de prisión.

El gobierno cubano vigila de cerca al grupo y de vez en cuando expulsa sin contemplaciones a extranjeros que han marchado con el grupo. Los Comités de Defensa de la Revolución le siguen la pista a las mujeres, tanto que Huerga recibió tres visitas de la Seguridad del Estado antes de salir de Cuba. Y la mayoría de las marchas de Las Damas enfrentan contramarchas de «repudio» escenificadas por fuerzas progubernamentales. «Nos gritan insultos, pero nuestra posición es no dejarnos provocar», dijo Huerga.

Muchos cubanos apoyan la misión de Las Damas, aunque tienen cuidado de no mostrarlo en un país que no tolera mucha disensión. «A veces vamos caminando por la calle y alguien nos da unas palmadas en la espalda», dijo Huerga. «Naturalmente, antes miran para todas partes para asegurarse de que nadie los vea».

En un domingo reciente, Las Damas entregaron juguetes donados por dos grupos de exiliados cubanos –la Fundación Nacional Cubano Americana y Madres contra la Represión– a los hijos de los periodistas y disidentes presos el Día de Reyes. Fuera, la Seguridad del Estado las vigilaba.

La verdadera victoria para Huerga fue que un puñado de niños sin parentesco con los disidentes pudieron participar con autorización de sus padres.

«La gente dentro de Cuba no asiste a los actos de la oposición. Sencillamente no sucede», dijo.

Sylvia Iriondo, fundadora de Madres contra la Represión, cuyas integrantes se presentan en público vestidas de negro, dijo que Las Damas han tocado un nervio dentro de la isla y representan el «sacrificio, compasión, devoción e integridad» que las mujeres cubanas han mostrado desde la época colonial. «Ellas han reclamado las calles de Cuba para el pueblo», agregó.

Para Huerga, el día clave fue en marzo del 2003, cuando las autoridades le tocaron a la puerta a las 6 p.m. en el segundo día de los tres que duró la ola de arrestos.

«Ese día, yo abrí la puerta y 12 hombres me empujaron y entraron a mi casa», dijo. Durante cuatro horas la registraron, confiscaron la máquina de escribir de los años 40 de su esposo y todos los documentos.

Vázquez Portal, conocido y respetado poeta de 57 años, se había desencantado con el gobierno. En 1989 había dejado su cargo en una revista del gobierno. En 1995 se dedicaba a escribir crónicas, por lo general críticas de las condiciones en Cuba, para enviarlas a Estados Unidos y Europa.

En 1999 la familia recibió visas de Estados Unidos y Huerga dejó su trabajo en la biblioteca. Pero Cuba les negó el permiso de salida mientras Vázquez Portal continuara enviando sus artículos disidentes, hasta que lo arrestaron.

«Yo estaba desesperada y no tenía idea de qué hacer, pero quería hacer algo», dijo Huerga.

El grupo original de Las Damas –unas 18 mujeres– se vieron en la sala de espera de la prisión donde sus familiares fueron detenidos inicialmente.

«Allí fue donde las mujeres comenzaron a hablar de unirse, de hacer algo», explicó Huerga.

La mujeres, todas novicias en política, tuvieron su primera reunión en la iglesia de Miramar.

En la primera semana de abril del 2003 los 75 detenidos fueron juzgados sumariamente y Vázquez Portal fue condenado a 18 años de prisión.

Las Damas iniciaron las marchas de los domingos a lo largo de la calle de la iglesia de Santa Rita, donde atrajeron la atención de los medios internacionales de prensa, que ayudaron a convertirlas en heroínas de los derechos humanos.

Para ganar fuerza fuera de La Habana, Huerga empezó a viajar en secreto a las otras provincias para informar a mujeres en situaciones similares sobre la agenda de derechos humanos de Las Damas.

Cuando se cumplió el primer aniversario de los arrestos Las Damas realizaron su mayor marcha hasta ese momento, aventurándose fuera de la zona de Santa Rita, lo que les ganó el aplauso internacional.

Autor: LUISA YANEZ (publicado en Cubanet)