Cubanet
Sin haberlo previsto, y por primera vez en la vida, el 9 de diciembre de 2009 fui testigo de un suceso trascendental: acompañé a las Damas de Blanco en todo su recorrido desde su sede hasta el parque Villalón, en El Vedado.

Durante el viaje de ida no se produjo ningun hecho para destacar. Los espectadores fortuitos percibían su paso con diversas reacciones, según sus prejuicios: admiración, aprobación, rechazo, desinterés.

El seguimiento de la policía política no era ostensible. Más bien fue inadvertido. Hasta la llegada al parque no se produjo incidente alguno. Cuando llegaron, y mientras Laura Pollán, apoyada por sus 47 acompañantes, culminaba su alocución, tres elementos castristas comenzaron a dar vivas al octogenario líder. En el paroxismo de la desesperación, convocaron a unírseles a algunos niños que jugaban en el lugar.

Entonces comenzaron a llegar partidarios y comparseros quienes, azuzados por el odio y la intolerancia, pasaron de inmediato a la agresión física contra las pacíficas mujeres, para reeditar las persecuciones, de tan triste celebridad en la historia cubana contemporánea.

A los gritos de ¡vamos, vamos, viva el Partido!, la turba de potenciales sicarios, disfrazados de “pueblo enardecido”, pugnaban por abalanzarse sobre las indefensas mujeres, armadas sólo de una flor, su legendario valor, y sus principios.

Los gobernantes, carentes del más mínimo sentido del pudor y la decencia, organizan las “brigadas de respuesta rápida”, las azuzan contra los manifestantes pacíficos, para luego asignar el papel de salvadores a los sicarios profesionales de su policía política.

Pero esto no es lo más triste, sino el hecho de que haya todavía en este mundo tanto bobo creyendo sinceramente en las “virtudes” del fascismo de los hermanos Castro.

Enlaces: Solidaridad Española con Cuba

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Autor: José Alberto Álvarez-Cubanet