Misceláneas de Cuba
Valdrá la pena. ‘Cada mañana cuando me despierto y veo a mi esposo junto a mí doy gracias a Dios’. Han tenido que pasar siete años para que Isel pudiera decir esto. Su esposo es uno de aquellos hombres de la Primavera Negra de Cuba que tras días, meses y años de injusto encierro, ha salido de la prisiones cubanas y aterrizado en Madrid.

Se saben condenados al exilio, pero esta es una condena menor porque para ellos la libertad no tiene precio. ‘Es algo impresionante. ver que nuestros familiares están fuera de prisión, que están al lado de sus familias. que los vemos caminando por las calles, sin esposas, sin un militar al lado de ellos. Los primeros días me sentía tan emocionada que me saltaban las lágrimas’.

Pero en su mente están los que han dejado atrás en este camino. ‘A la vez estamos rogando para que pongan en libertad a los demás prisioneros de conciencia que se encuentran en las cárceles injustamente, porque sus familiares aguardan ese momento de la llegada, de la liberación de sus seres queridos’, es el momento que con tanta fe y paciencia ha esperado Isel.

‘Seguiré poniendo el nombre de las Damas de Blanco en alto. Seguiré hablando de mis hermanas que se encuentran en Cuba y que siguen caminando por las calles de La Habana pidiendo libertad, porque hay Damas en todas las provincias de Cuba, aunque no todas puedan reunirse siempre en Santa Rita’.

No cabe duda -por lo presente que está Dios en su conversación- de que su fe cristiana le ha dado fuerzas para soportar la situación que le ha tocado vivir, eso y el amor a su esposo, a quien en sus 30 años de matrimonio, según manifiesta, ‘he apoyado en todo momento, he estado a su lado apoyándolo y respetando su decisión’.

Al amor incondicional se une un reclamo justo: el de la libertad y la
democracia, reclamo del que las Damas de Blanco son embajadoras legítimas. ‘Estaba muy convencida y muy conciente de que nosotras, las Damas de Blanco, nos habíamos ganado un espacio muy grande mundialmente, porque el mundo conoce a las Damas de Blanco’.

Fuera de las fronteras cubanas, las Damas se ganaron un lugar de honor desde el principio. Dentro, ha sido un proceso más lento. Isel nos cuenta que ‘después de los últimos actos de repudio, cuando fuimos acosadas y golpeadas en La Habana, el gobierno de la isla comenzó a mostrar en la televisión algunos fragmentos de las Damas de Blanco y eso sirvió para que el pueblo de Cuba nos conociera también’. Resignada, señala que en su país los medios siempre han estado al servicio del régimen y que ‘más bien tratan de desinformar a la población y es por eso que el pueblo de Cuba está así, que no conoce nada’.

Paradójicamente, fueron también las mismas Fuerzas de Seguridad quienes la convirtieron en una figura notoria en su propia provincia. ‘Al principio mis vecinos y la gente de mi comunidad pensaban que iba vestida de blanco porque estaba de promesa, pero cuando me hacen el acto de repudio y los Agentes me gritan que yo era una Dama de Blanco contrarrevolucionaria, entonces el pueblo siente interés en conocer qué era una Dama de Blanco y así es que me conocen en mi ciudad’. Afortunadamente, muchos cubanos se han solidarizado con su causa y han acudido en su ayuda varias veces.

Amenazada, golpeada, asediada su casa, siempre se ha levantado. Para ella la lucha por la libertad fue una lección que aprendió desde muy joven de su padre, también preso político, enviado por la dictadura castrista a los llamados pueblos cautivos de Pinar del Río. ‘Éramos una familia muy reprimida, pues mi padre es ex preso político. Desde los diez años comencé a llevar jabas (bolsas) a la prisión. Desde muy temprana edad sufro la separación familiar, visito prisiones. y todo eso con mi moral muy alta porque no estaban preso por delincuencia o violencia, sólo por pensar en contra de los hermanos Castro, por haber deseado democracia para nuestro
país.’

La misma suerte corrió su suegro y después su esposo. Esa es la razón por la cual toda su familia, incluido el único hijo de ambos, está en el exilio. Parece una broma macabra que el destino los haya despojado de Cuba a cambio de nuevos aires.

No es fácil. Lo ha vivido sola. Han sido años de sufrimiento y de mucha paciencia, sin embargo, su actitud amable no deja entrever rencor por el dolor arrastrado. Isel recuerda con detalle actos de repudio en su casa en Sancti Spíritus, o en La Habana, junto a otras Damas, pero en sus palabras no hay ningún odio. ‘En ocasiones me prohibían salir de mi casa, como sucedió en 2006, cuando fui víctima de un violento acto de repudio. Mi intención era ir a La Habana porque en esa fecha los presos cumplían tres años de estar encarcelados injustamente.

La Seguridad del Estado cubana organizó turbas preparadas por ellos para agredirme, incluso romper mi casa. un acto de repudio que comenzó a las seis de la tarde y terminó a as 12 de la noche’. Un vandálico asalto que Isel define como ‘terrorismo de estado’ y que ha seguido repitiéndose hasta hace poco. ‘En el séptimo aniversario sufrimos agresiones por pedir que cesara la represión y exigir la libertad de nuestros familiares. Nos aplicaron técnicas de artes marciales como las que emplean con los delincuentes comunes. Yo miré a la agente y le dije; que Dios te perdone por lo que me estás haciendo’.

‘Todos tenemos miedo, porque el miedo existe. Soy una persona de mucha fe y siempre confiaba en que Jesucristo estaba conmigo y que no me abandonaba. Y así pude soportarlo todo’. Confiesa, tímidamente, que además de miedo a veces ha sentido no tener fuerzas para seguir adelante. ‘En ocasiones pensaba que ya mis fuerzas no me daban para más y le pedía perdón a Dios porque somos humanos y flaqueaba. pero si mi cruz llevaba este sufrimiento tenía que cargarlo’.

Ha sido una de las Damas de provincia más activas, la hemos visto en los tés literarios y en las calles de la capital cubana, ‘con mucha
dificultad, pero a la vez con muchas habilidades que tenía que utilizar para poder llegar hasta La Habana y poder caminar junto a las otras Damas, porque había una represión muy grande, al igual que en las otras provincias con otras hermanas’.

Recuerda que su primera muda blanca fue un regalo de María Elena Alpízar, la periodista que precisamente le comunicó ‘que los familiares de los presos nos vamos a agrupar todos para demandarle al gobierno de los hermanos Castro la liberación de nuestros familiares. Y así comenzó mi peregrinación hasta La Habana.’ Un peregrinar de siete años de ‘un esfuerzo muy grande, de mucho sacrificio, pero lo hacíamos con tanto amor y con tanta dedicación que sabíamos que algún día ese sacrificio iba a tener un resultado’.

También recuerda con nostalgia los tés literarios de las Damas. ‘Era algo que compartíamos y a la vez disfrutábamos. Se leían cartas y poemas que nos enviaban los presos y que nos alegraban mucho. Además, comentábamos la situación y condiciones infrahumanas en que estaban los presos y cuando una hermana se sentía decaída, otra trataba de trasmitirle un pensamiento positivo y animarla’.

La Primavera Negra de Cuba nos impactó a todos. ‘Yo no esperaba eso, para nada. Sí sabía que mi esposo corría un peligro muy grande porque el hecho de manifestarse en contra del gobierno en nuestro país es un delito grave ya que allí nadie puede pensar diferente y el que piensa diferente tiene que callar. Al manifestarse libre y pacíficamente, sí tenía el temor de que mi esposo fuera llevado a prisión, pero nunca pasó por mi cabeza una condena tan terrible de 25 años’, nos dice.

Es cruel e injusto, y para los que hemos nacido en un país democrático resulta incomprensible que tengan tan asumida la mordaza que ejerce sobre ellos su propio gobierno. Isel es un ejemplo de que es humano mantener la esperanza, tener la inocencia de confiar en la bondad de los que no son buenos.

‘Veo mi futuro en las manos de Dios. Somos cristianos y todos nuestros problemas los ponemos en sus manos. Sabemos que estamos en un país libre, donde vamos a encaminarnos, donde van a comenzar a abrirse los caminos’.

Ahora, en este volver a empezar, Isel y Blas aspiran a reunirse con la familia ‘porque ya por mucho tiempo hemos estado separados y hemos vencido todo esto’.

Sonríe sonrojada cuando le aseguro que su esposo tiene muchos motivos para estar orgulloso de ella. Y no miento.

Enlaces:Solidaridad Española con Cuba

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Autor: Misceláneas de Cuba/SEC