Wilfredo Cancio Isla – CiberCuba

La madre de la profesora cubanoamericana Alina López Miyares, presa en Cuba bajo acusaciones de espionaje desde 2017, falleció en Miami a los 94 años sin poder cumplir su insistente reclamo de abrazar a la hija antes de morir.

Según confirmaron a CiberCuba fuentes familiares, Alina Miyares murió a la 1:30 p.m. de este martes en su apartamento de Miami Beach.

Su hija Alina López Miyares, de 64 años, fue puesta en libertad condicional por un tribunal cubano el pasado julio y había solicitado se le permitiera viajar a Estados Unidos para encontrarse con su madre, que enfrentaba un delicado estado de salud. Actualmente reside en una casa en la barriada habanera de El Vedado.

El gobierno estadounidense había hecho reiteradas gestiones ante las autoridades cubanas para permitir el viaje de López por razones humanitarias, pero la decisión nunca se produjo. El caso ha tenido implicaciones directas en las ya tensas relaciones entre Washington y La Habana.

La propia prisionera envió un desesperado mensaje desde la cárcel al presidente Joe Biden a comienzos del pasado año: «Ayúdeme a volver a casa».

La prisión en Cuba ha sido doblemente trágica para López, pues en la cárcel también recibió en 2019 la noticia de la muerte de su padre, Juan Francisco López Vasconcelos, a los 97 años, profundamente afectado por la situación familiar.

«Es decepcionante que Cuba y Estados Unidos no hayan conseguido llegar a un acuerdo sobre este caso y que, como resultado, Alina, después de haber estado detenida injustamente durante años, no haya podido despedirse de su madre ni de su padre. Esto nunca debió ocurrir», dijo el abogado Jason Poblete, que representa el caso de López en Estados Unidos.

Poblete recordó que el gobierno cubano sabía que la madre de Alina estaba a las puertas de la muerte.

«Alina será plenamente libre cuando se le permita, de una vez por todas, regresar a su casa en Estados Unidos. Instamos a Cuba y a Estados Unidos a que hagan más», manifestó el abogado, quien reclama la total liberación de su cliente como condición para iniciar cualquier proceso de negociación con el régimen cubano.

Miyares viajó regularmente cada mes a La Habana para visitar a su hija y llevarle medicinas y alimentos a la prisión de Manto Negro, donde inicialmente permaneció. Luego, las restricciones por la pandemia le impidieron continuar los viajes a Cuba y su salud comenzó a quebrantarse, con limitaciones para caminar.

«He estado luchando con el problema de mi hija desde que fue arrestada, pero ya cargo con demasiados años y no tengo fuerzas para seguir», manifestó Miyares durante una entrevista con CiberCuba el pasado año.

Madre e hija sostuvieron una comunicación telefónica sistemática, con la esperanza de que el reencuentro sería posible pronto.

La anciana no quería que se repitiera en la familia un episodio similar como el que ella vivió años atrás, cuando su madre murió exiliada en España sin que pudiera despedirla en persona. «No quiero vaya a repetirse conmigo», confesó Miyares en 2021.