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“Es luchador de derechos humanos”, ese fue el delito de su esposo, condenado a 15 años de cárcel, y ha cumplido “siete años y 5 meses”. A ella, a Julia, la hemos visto desde entonces casi cada domingo pidiendo libertad por las calles de La Habana. “Las Damas surgimos como un grupo de mujeres espontáneamente unidas por el dolor, por el amor y el sufrimiento ante esta injusticia que estaba pasando, y decidimos salir a la calle a pedir la libertad de ellos”.

Este tiempo ha cambiado a Julia, incluso positivamente. “Han sido años muy duros pero que a la vez han fortalecido el amor de la pareja, y ha hecho que en mi caso, que era ama de casa y no tenía que ver con política, asumiera este papel y me involucrara activamente en los derechos humanos, para luchar no sólo por él sino por todos este grupo de hombres”.

Julia es modesta, y lo es de un modo tan natural y sincero que inspira ternura. Ha vencido el miedo – por algo tan fuerte como el amor, pero lo ha vencido- y no se tiene por valiente aunque lo sea. “El miedo le pasa a uno un momento por la mente, pero uno se sobrepone porque es tanta la injusticia que uno dice ‘¿voy a coger miedo? Entonces aplastan a nuestros hombres’. Así que hay que sobreponerse a eso y seguir luchando”.

Sonríe y se justifica cuando le digo que sí es valiente. “Me mueve el dolor ante esa injusticia que han cometido con ellos. Y si uno se calla, pues el mundo no sabe qué está pasando con ellos, y si uno grita el mundo va a escuchar, como ha sido”.

El que Adolfo, como otra veintena de presos políticos, fuera excarcelado y traído a España es fruto de una compleja negociación entre gobierno, Iglesia y régimen. “Si esta negociación se queda solamente en las excarcelaciones – que insiste sí son muy buenas-, con eso sólo no hay ningún cambio. Con solamente soltar a los presos, no basta, porque sale un grupo de presos pero después como las leyes no cambian otro grupo cae en prisión, porque siempre va a haber un relevo, siempre va a haber hombres luchando por un cambio mejor, por una democracia en Cuba”.

Y se sigue sintiendo Dama de Blanco. Seguirá apoyando a las Damas. “Mi preocupación son esas mujeres que quedan en Cuba, que siguen marchando por las calles porque todavía hay hombres de este grupo que no han salido, que dicen que no quieren salir de la prisión. Y estos hombres también nos preocupan porque están asumiendo un rol muy fuerte a pesar de estos años de condena, dicen que ellos salen para sus casas no para un destierro. Eso es digno de admiración, pero de preocupación también, por las Damas y por ellos”.

Pero hay algo que “empaña” su felicidad. “Sigo pensando en mis hermanas que dejé en Cuba, y me preocupa mucho lo que pueda pasar con ellas”. Julia no quiere emocionarse, pero se emociona cuando piensa en las demás Damas, las que han quedado, las que han sido compañeras y amigas, como Bertha Soler o Laura Pollán – quien lloró mucho al despedirse de Julia.-

Y al final, por suerte, queda el optimismo de esta mujer que asegura “queremos empezar la vida, a esta edad, pero volverla a empezar con mucho optimismo y mucha fe en el futuro”. Una segunda oportunidad…

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Autor: guiaongs.org