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Me lo habían dicho, y ella, sus palabras, su sonrisa, me lo han constatado: Melba es una mujer que resuma fuerza y cuenta sus anécdotas, su historia y su verdad como un cuentacuentos, sin prisas y poniendo en cada palabra brío y emoción. Oírla es garantía de que van a engancharte sus relatos.

Ha llegado a España junto a su esposo, el ex preso de conciencia cubano Alfredo Domínguez. No han tenido mucha suerte en su hospedaje, a ellos les ha tocado estar en un hostal, a las afueras de Madrid, en un paraje desolado que no resulta más halagüeño que Cuba. Afortunadamente, es un sitio de paso. Como de paso están ahora ellos en esta etapa de la vida, donde la incertidumbre se palpa. “Nuestra situación es dudosa, y estamos un poquito… no le podría decir medio temerosos, pero bueno…Hay que agradecer porque nosotros nos hemos enfrentado a situaciones difíciles en las que nuestra vidas corrían peligro”.

Están desterrados, es una realidad. “No hay nada más triste que salir repatriado, porque todo el mundo quiere salir para mejorar, pero no de esta forma, esta forma es denigrante…” y se emociona, y no puede seguir hablando.

A sus espaldas han dejado un “terrible” clima. “Para mí fue tan duro decidir algo como lo de tener que abandonar la patria y más en estas condiciones de desterrados, porque así es como lo he comprendido, siempre con el objetivo de seguir ayudando a los que hemos dejado allá, porque hemos dejado una atmósfera muy terrible”. El recuerdo de una triste despedida empaña sus ojos.

El precio que ha pagado por pedir la libertad de aquellos hombres, encarcelados siendo inocentes en la Primavera Negra de 2003, ha sido alto. Actos de repudio, viajes, represalias contra sus hijos, una familia separada por kilómetros y barrotes, y algo que hiere con puñaladas de soledad como es que tus amigos te den de lado. “Mantenían el no tener la comunicación conmigo para no buscarse problemas, porque así lo hacían saber en muchas ocasiones: ‘nosotros te queremos pero es que al estar compartiendo contigo, seguir la misma amista o visitarte pues nos perjudica en nuestro trabajo’.Y yo lo comprendía, yo no quería hacerle daño a nadie, pero dolía, aunque no se lo manifestaba dolía”.

Tímidamente confiesa que a veces ha sentido ira ante tanta injusticia. ”Cuando me hacían algo o veían que se lo hacían a mi esposo tenía esa reacción, ¡normal!”. Normal, más normal incluso que el admirable sentido del humor y la fe que guarda. “Pero después me serenaba, hacía oraciones…y entonces esto me daba otra vez el volver a coger nuevos aires, nuevos bríos y mente positiva”.

Recuerda, busca el lado positivo de las cosas, y agradece. “La prensa para nosotras fue muy valiosa porque fue la que dio a conocer al mundo lo que nosotras estábamos pasando sobre todo con esos hombres que inocentemente había sido encarcelados”.

“Cristina, católica” y amante de la música. Cuentan que amenizaba las tardes de tés literarios con sus espontáneos cantos. La echarán de menos. Y ella a ellas. “Quiero hablar sobre mis colegas las Damas de Blanco. Fuimos hermanas, se fundó una familia, siempre estábamos comunicándonos, preocupadas por la situación de ellos, tomando decisiones…”. Y va recordando una por una a muchas de las Damas: Laura Pollán “muy humana, tan humana que cedió su casa, una de las personas más grandes que he podido conocer”; Moraima León “no puede ver que tenga un problema”; “ Bertha Soler “muy luchadora, muy valiente”; Isel “divina, tan dulce”; Julia “es como otra hermana para mí”…Y a tantas que quisiera ir nombrando. “Todo tiene sus pros y contras, por eso digo que he podido conocer a personas tan maravillosas…”

Ella, así como las demás Damas de Blanco, eran consideradas como enemigos muy duros por el régimen castrista. “Cuando me despidió el oficial me dijo ‘usted va a salir de país, pero nosotros también vamos a salir de usted”, comenta divertida.

La esperanza de las liberaciones estuvo siempre en su corazón, pero los últimos meses de silencio despertaron su inquietud. “Siempre tuvimos la fe de que los íbamos a sacar de las cárceles pero los últimos tiempos vimos las cosas muy difíciles para poderlos sacar, y un silencio total, y el silencio es malo – matiza y queda flotando en el aire-. Cuando uno ve que las cosas están revueltas ya uno sabe cómo están, pero cuando uno ve un silencio que no oye nada, hay que temerle al silencio”. Enfatiza algunas sílabas de un modo tan particular, como si fueran notas musicales, y las acompaña de un guiño, una mirada, un ladeo de cabeza que les confiere la fuerza de un cuento con moraleja.

“Estuvieron prisioneros hasta el día en que pisaron ya tierra española”. Ahora libres, pero no va a ser fácil. “Todos vienen muy alterados. Nosotras ahora tenemos que pasar un proceso con ellos psicológico, y cuántas cosas no hay que pasarles…y nosotras psicológicamente también estamos alteradas”.

Lo dice ella, lo dicen millones de cubanos en la isla, lo dicen algunos de los que han viajado a la isla, lo dicen los miles de cubanos que han salido: “La vida en Cuba es muy muy extremadamente dura, pero tan dura que si yo la contara a veces creerían que estoy exagerando”. Y sobran las anécdotas, los relatos de miserias y fatigas.

Palabras especiales para la Dama de Blanco Reina Luisa, “Reina Luisa fue una de las personas que he podido conocer que me llenaba de fuerzas”. Y para su hijo, Orlando Zapata. “Él era muy respetuoso, muy joven, más joven de lo que se ve en las fotos”, y lo describe como “bonito” por dentro y por fuera “porque a veces hablamos de bonito y creemos que todo es la apariencia, pero hay personas que tienen tantos valores, tantas grandezas, que lo encontré bonito”.

Su esposo y Zapata estuvieron presos juntos y ellas coincidieron en las visitas. Habló en ocasiones con él, y guarda anécdotas en su corazón. “Lo lloré mucho, y lo he sentido mucho, y él está vivo dentro de nosotros. Fue el mártir, porque ellos lo mataron porque a nadie se le puede dejar 18 días sin agua. Toda lucha tiene su pérdida y Dios quiso que él fuera uno de los baluartes más grandes que tuvimos y que perdimos y que nos diera más fortaleza para seguir la lucha. Las personas buenas siempre van al lado de Dios y él tiene que estar descansando y a la vez dándole fuerzas a esa madre”.

Un mensaje: “Que sí voy a seguir luchando, y sí voy a seguir ayudando a todas mis hermanas una por una, y que mientras hay vida hay esperanza y donde quiera que se esté se puede hacer algo. Y siempre seremos cubanos, y con mucha honra”. Por supuesto.

“La vida tenemos que saberla cuidar, porque ya cuando no tenemos vida ya no podemos hacer nada”. Sabio consejo que a veces entre prisas olvidamos en el camino.

Enlaces: Solidaridad Española con Cuba

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Autor: ADB – María Altozano