La instalación Mujeres y flores, recreación de las Damas de Blanco, del cubano Iván Arocha, en el Metropolitan Art Museum de Nueva York (MET) —el viernes 26 y el sábado 27 de septiembre—, es para celebrar.

Que un pintor cubano exponga grandes piezas en movimiento en el vestíbulo del mayor templo del arte de la capital del mundo, parecería imposible.

Que sea un artista sin galerista que lo represente, sin catálogos impresos, que pinta y vive cómo puede, con su obra a cuestas, sorprende. Que un exiliado que denuncia el horror de su isla cárcel exponga en el mayor museo de Estados Unidos sus dolientes Damas de Blanco, más que la voluntad del arte, es un milagro: Nueva York en su afán de vanity fair, evita dolores ajenos.

Mujeres y flores consta de 13 piezas a escala de mujer, donde el artista utiliza tintas, óleo, yeso sobre lienzo. Cada Dama de Blanco es pintada por delante y por detrás, para que, los cientos de miles que visiten el MET este fin de semana, la vean de frente y espaldas. Todas portan flores blancas, algunas derraman lágrimas. Los fondos rojos que las enmarcan revelan mítines de repudio, seres infernales vejándolas.

Con sus Damas de Blanco, el artista formará una fila que moverá en distintas direcciones. Habrá cestas con camisetas y flores blancas que los visitantes al museo podrán tomar, vestir y llevar en sus manos. Espacios entre una y otra Dama permitirán al público incorporarse a su fila.

‘Las Damas de Blanco me inspiraron esta instalación —dice el artista—. Ellas desfilan pacíficas, en silencio, reclamando los derechos de los que cumplen condena en Cuba por el único delito de opinar. ¿Y qué puedo hacer yo, simple pintor? Tratar con mi obra de que esta semilla de dignidad germine, invitar a todos a sumarnos a sus filas’.

La pintura como grito

Antes de exiliarse en 1992, Iván Arocha había venido a Estados Unidos a exponer su escultura blanda de La Última Cena invitado por The Caribbean Art Association de Chicago. Era entonces editor del ICAIC (Instituto del Arte y la Industria Cinematográficos de Cuba), donde había montado decenas de películas, entre ellas De cierta manera, de su amiga Sara Gómez.

El malestar que le produjo el laudatorio filme de Karen Wold sobre el sanatorio de Los Cocos, donde el gobierno encerraba a los portadores del VIH, le hizo arriesgarse a realizar, con medios propios, el documental Al margen del margen, que el Festival de Cine de La Habana se negó a presentar. Pero Arocha lo logró llevar al Hunter College de Nueva York. Después de esto, no podía regresar a la Isla.

En la soledad del inmigrante, la pintura ha sido su apoyo, su grito. Ha pintado óleos, aguadas y tintas, sobre lienzo, papel y madera; ha recreado sillas, mesas y mamparas desechadas; ha encerrado brujas y animales de atrezzo en jaulas de utilería. Dos etapas lo marcan y definen: las batallas de orishas guerreros y los malabaristas de un circo interminable. En ambas, Cuba en la memoria.

‘Voy a seguir pintando, quiero llegar a hacer cien Damas de Blanco —dice Arocha—, y si no las puedo hacer solo, quiero invitar a pintores de todos los países a trabajar conmigo. Que crezca la fila de los que piden libertad y dignidad para el pueblo cubano’.

La instalación Mujeres y flores, recreación de las Damas de Blanco, se presenta este viernes 26 y sábado 27, de 3:00 a 5:00 de la tarde, en el vestíbulo del Metropolitan Art Museum, Quinta Avenida y la calle 88, Nueva York. Se solicita que los interesados asistan vestidos de blanco y se sumen a la instalación.

Enlaces de interés:

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Autor: Armando López (publicado en Encuentro en la Red)