El 10 de mayo se celebra el Día de las Madres en Cuba. Es ocasión para homenajear a las simientes y amalgamas del núcleo básico de nuestra sociedad, la familia. Este segundo domingo del mes hacemos regalos, según nuestras posibilidades, visitamos y nos reunimos para compartir la mesa. También recordamos a la que no está porque hemos tenido que dispersarnos por el mundo; quizás se converse por teléfono o se intercambien mensajes. Muchos compran flores para colocar ante el retrato de la madre fallecida o llevarlas al cementerio.
El gobierno cubano se precia de haber sido el primero en firmar y el segundo en ratificar la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer de la ONU (1993), y dice mantener estricto apego en su legislación y en su práctica a la letra de este instrumento internacional. En el Artículo 3 del mismo se menciona que “La mujer tiene derecho, en condiciones de igualdad al goce y protección de todos los derechos humanos y libertades fundamentales, en las esferas: política, económica, social, cultural, civil y de cualquier otra índole. Entre esos derechos figuran la igualdad, la libertad y la seguridad de la persona, igual protección ante la ley, verse libre de todas las formas de discriminación, condiciones de trabajo justas y favorables, y no ser sometida a tortura, ni a otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes.”
Pero ¿realmente se respetan esos derechos en Cuba? Las mujeres afrontan diariamente la libertad coartada, los problemas y las carencias ocasionados por un mismo gobierno aferrado al inmovilismo, el voluntarismo y la represión desde hace 50 años.
Para poderlas homenajear al menos este día, los esfuerzos son inmensos para la mayoría de los cubanos, a fin de conseguir regalos o preparar comida al alcance de los menguados bolsillos, algo muy difícil en las tiendas estatales de venta en divisas, con sus magras ofertas y sus altos precios, pues la economía ya estaba hundida antes de que irrumpiera la crisis económica internacional. Trasladarse para visitar es extenuante en La Habana por el escaso transporte y más aún de un lugar a otro del pequeño archipiélago. Pero “siempre se puede más”, según la vieja consigna gubernamental.
Claro, eso es posible, si no se interponen en el camino. Es el caso para las mujeres que este día especial son privadas de compartir con sus hijos, esposos, padres, hermanos y sobrinos porque 75 osaron expresar sus opiniones y en marzo de 2003 se convirtieron en prisioneros de conciencia, de los cuales 54 aún fenecen en las cárceles de Cuba, así como las de los demás presos políticos pacíficos. Desde hace años no tienen derecho a ser visitados el Día de las Madres ni el de los Padres.
Más aún, las huestes de la Seguridad del Estado, los Comités de Defensa de la Revolución y los informantes intensifican el acoso a esas mujeres días antes para impedirles que viajen a La Habana para reunirse y demandar la libertad inmediata e incondicional de ellos. Esto ocurrió ahora a Melva Santana en Puerto Padre a quien prohibieron comprar un pasaje, y a otras impedidas de salir de sus hogares. Pero ni siquiera en sus lejanos pueblos ellas pueden expresarse en paz. En esta sociedad machista, alzada sobre la represión y la imposición del miedo, las mujeres se han sobrepuesto a su indefensión caminando decididas por las calles vestidas de blanco, con las fotos de ellos en sus camisetas y con flores en las manos.
De tanto imponerlo, el pavor hace temblar al poder totalitario ante la decisión de esas mujeres, que ha demandado la complicidad a cientos de congéneres y hombres para lanzarse sobre ellas con insultos y agresividad que puede ocasionar más serias consecuencias, como ocurrió en abril contra 7 mujeres en el poblado de Perico, Matanzas. Desde marzo de 2005, esos bochornosos mítines de repudio denotan la cobardía de quienes no pudieron doblegarlas con sus amenazas y hostigamiento durante los dos años anteriores. ¿Terrorismo de Estado? Todos los derechos contemplados en la Declaración de las Naciones Unidas mencionada son violados sistemáticamente en el trato a ellas, a quienes se aplica discriminación y tortura psicológica permanentemente.
En el Día de las Madres, todas las mujeres cubanas deben ser igualmente respetadas y disfrutar de sus derechos. Demasiado dolor soportan quienes arrostran las condenas injustas de hasta 28 años de cárcel de sus seres queridos, en prisiones inmundas y con la salud tremendamente deteriorada. Ellas merecen solidaridad, al igual que las demás mujeres que en el mundo están sometidas a tratos crueles o degradantes.
Nuestros pensamientos están con todas las Madres en cada rincón del planeta, a quienes deseamos vean colmados sus más preciadas y nobles ansias.

Autor: Miriam Leiva-Cubanuestra digital