Más de 1.800 días llevan separados de sus seres queridos los presos políticos cubanos encarcelados durante la Primavera Negra del 2003. Del 18 al 20 de marzo, aprovechando que
el foco estaba puesto en el inicio de la guerra de Irak, Fidel Castro quitó del medio toda voz discrepante con su régimen. 75 activistas de derechos humanos, periodistas, bibliotecarios y sindicalistas independientes fueron arrestados. 19 han sido excarceladas bajo una licencia extrapenal –libertad condicional– por motivos de salud, una falleció y 55 siguen en la cárcel.

Más de cinco años de injusto encierro sólo por atreverse a expresar su disconformidad con el Gobierno cubano. Pero estos hombres no están solos, sus mujeres, hijas, madres y hermanas, lejos de quedarse en casa temiendo un destino similar, decidieron unirse y enfrentarse a la dictadura que azota Cuba desde hace medio siglo. Ellas son las Damas de Blanco. La valentía de estas mujeres les ha valido el reconocimiento internacional: en 2005 recibieron el Premio Sajarov por su incansable lucha a favor de la liberación de sus seres amados. Ese sería el mayor premio para estas mujeres. Todas ellas arrastran su propio drama.

Una de las fundadoras de este grupo es Dolia Leal, esposa del preso político Nelson Aguiar. Dolia ve como la débil salud de su esposo empeora día a día. Su desesperación la ha llevado incluso a enviarle una carta al presidente español José Luís Rodríguez Zapatero pidiéndole ayuda. Sabe que su esposo no será liberado por el momento si ella no abandona las actividades con las Damas, algo a lo que Nelson se opone rotundamente: «Prefiero morir dignamente que vivir indignamente», asegura el pacífico disidente. No menos doloroso es el caso de la Dama Gloria Amaya. Con 79 años es la única mujer en el mundo con tres hijos presos de conciencia. Uno de ellos, Miguel, fue excarcelado por motivos de salud y obligado a marcharse de Cuba con golpes y amenazas. Ariel y Guido languidecen todavía tras las rejas.

Raúl Castro adopta supuestas medidas aperturistas, como permitir que los cubanos se hospeden en los hoteles, que compren un móvil o un ordenador. ¿Medidas realmente aperturistas? Son avances hacia el sentido común, pero lo sorprendente es que hasta ahora no pudieran hacerlo. Además, ¿qué cubano podrá pagar todo eso cuando el salario medio –12 euros al mes– no alcanza ni para complementar la cartilla de racionamiento? Estas medidas son «superficiales», según Cruz Delia Aguiar, una Dama que tras la excarcelación de su esposo,
Julio Valdés Guevara, director de la Unión de Activistas y
Opositores en Golfo de Guacanayabo, fue obligada a
exiliarse junto a su familia. Según ella el camino hacia una
Cuba libre pasa por unas reformas más profundas, «desde
la cúspide hasta la base», comenta. Y estos cambios
empiezan por liberar a todos los presos de conciencia. En
justicia, esa es la primera medida que debe tomar un
gobierno no ya aperturista, sino mínimamente decente.

Autor: Rosa E. Boira