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Silencio en Cuba sobre la excarcelación de los opositores que rechazan ser desterrados.

Si el régimen cubano no lo remedia antes, Berta Soler, una de las Damas de Blanco más activas, no volverá a ver a su esposo, el prisionero de conciencia Ángel Moya Acosta, hasta principios de febrero. Como preso en «régimen severo», sólo tiene derecho a ver a su esposa cada 45 días y la última vez que se encontraron fue el pasado 16 de diciembre.

Es la octava Navidad que los once opositores que quedan de la Primavera Negra de 2003 pasan lejos de casa, en cárceles de máxima seguridad y bajo condiciones infrahumanas. El actual presidente cubano, Raúl Castro, se comprometió el pasado 7 de julio a liberar «en tres o cuatro meses» a los 52 presos de opinión del «Grupo de los 75» con la condición del destierro en España, en un diálogo inédito que mantiene con la Iglesia católica. Cuarenta aceptaron marcharse de su país y sólo uno, Arnaldo Ramos Lauzurique, fue autorizado a permanecer en Cuba bajo ‘licencia extra penal por razones humanitarias’.

Casi cinco meses después, los once disidentes que se niegan a abandonar su país siguen encarcelados. El arzobispo de La Habana, Jaime Ortega, reitera que el compromiso del menor de los Castro sigue en pie. En una reciente visita a Madrid, el cardenal incluso apuntó que estarían libres por Navidad. Pero el régimen comunista guarda silencio. Al menos hasta el cierre de esta edición. Sólo en la víspera de Nochebuena anunció la excarcelación de Miguel A. Vidal y Héctor Larroque, que no son de la causa de los 75 y están acusados de delitos como piratería o tenencia de armas.

Ángel Moya, Héctor Maseda y José Daniel Ferrer no sólo rechazan el destierro, sino que se niegan a ser excarcelados bajo licencia extra penal. Saben que de ese modo en cualquier momento pueden volver a su celda. Ferrer, según denuncia el Movimiento Cristiano Liberación, al que pertenece, está siendo «acosado y provocado» en la prisión de Aguadores.

Berta Soler afirma que solo el hecho de no liberarlos es un modo de presionar a los once opositores y sus familias para que acepten el destierro, pero insiste en que no se doblegarán. Elizardo Sánchez, portavoz de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (Ccdhrn) añade que el silencio de la dictadura es ‘un castigo a los presos por no acceder a marcharse y una forma de mantenerlos como rehenes mientras España sigue acogiendo a prisioneros que otros países no habrían aceptado’. En este compás de espera Agustín Cervantes, otro preso político, sigue en huelga de hambre desde el día 15 para reclamar un trato digno en la cárcel de Mar Verde. Desde distintos sectores se urge a evitar otro Orlando Zapata.

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Autor: ABC