Las Damas de Blanco
La intransigencia es el signo que ha caracterizado al gobierno cubano, y ha sido su propia obcecación, apoyada en la supresión de todos los derechos, lo que ha logrado la continuidad de un régimen cuyos logros son tan cuestionables como inexistente fue el propio proyecto marxista.
Pero la intransigencia tiene su precio, y en nuestro caso el costo se aprecia en los profundos sentimientos revanchistas que hoy anidan en el corazón de muchos cubanos. A este sistema hay que reconocerle su genialidad en fomentar la desconfianza y la división entre compañeros de trabajo o estudio, vecinos, y hasta dentro del seno familiar.
Por esta razón, cuando se generen los acontecimientos que inevitablemente habrán de conducir a Cuba hacia un cambio, se corre el riesgo de que estos hechos se encuentren matizados por actos de violencia, cometidos de forma individual o colectiva, muy difíciles de controlar.
En estas circunstancias la sociedad civil puede cumplir una función esencial, y servir de muro de contención para evitar el desbordamiento de resentimientos largamente reprimidos. Desgraciadamente, la sociedad civil en Cuba es prácticamente inexistente, y las pocas instituciones civiles y religiosas que existen se encuentran en un estado de indefensión tal, y hasta de comprometimiento, que su radio de acción es sumamente limitado.
Por otra parte, el movimiento opositor es muy débil y no ha encontrado la fórmula que lo integre en una convergencia estratégica adecuada para constituirse en un factor político de importancia, que en el momento preciso se pueda constituir en un factor político de importancia.
El caso de las Damas de Blanco debe tratarse en un punto aparte. Ellas forman parte de esa sociedad civil que no se puede identificar con los movimientos opositores políticos, y mucho menos con los remanente de las instituciones pre castristas, porque en esta fraternidad se agrupan mujeres de diversas creencias religiosas y disímiles opiniones políticas, todas ellas muy firmemente unidas en su propósito original: obtener la libertad de los presos políticos y de conciencia.
Las Damas de Blanco han adoptado el simbolismo de su vestimenta para significar la pureza de sus intenciones, y la vía pacífica y civilista que han elegido para alcanzarla.
Las Damas de Blanco han aprendido el significado y la importancia del dialogo y el consenso.También la virtud de la tolerancia, y se han despojado de todo sentimiento de odio y revancha hacia quienes les delatan o les reprimen, porque la esencia de su activismo es el amor.
Las Damas de Blanco constituyen una fuerza moral que va a trascender sus objetivos actuales, y en un futuro cercano podrán asumir la defensa de toda causa justa que propenda al mejoramiento humano de una sociedad que, como la cubana está en quiebra.
Si tomamos en cuenta el prestigio y la admiración que tanto nacional como internacionalmente ellas han logrado, las Damas de Blanco pueden representar un factor importante en el momento de procurar la reconciliación nacional.
Autor: Dolia Leal Francisco (publicado en Cubanet)