Héroes de altos quilates
La fiebre propagandística por la libertad de los cinco espías cubanos en el décimo aniversario de su encarcelamiento, contagia el sentido común de unos pocos artistas, intelectuales y parlamentarios de América Latina y Europa. Su reacción es propia de quienes por norma, están desvinculados del humanismo y los derechos civiles de toda sociedad democrática.
Hace unos días nos llegó la grata noticia de que el periodista independiente y prisionero de conciencia del grupo de los 75, Héctor Maseda Gutiérrez, recibirá el próximo 25 de noviembre el Premio Internacional a la Libertad de Prensa que emite el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ). Para los comunicadores independientes que hoy mantenemos el legado de los que cumplen injusta prisión, el premio es un estímulo para seguir la lucha sin el menor de los retrocesos.
Desde que el régimen cubano desató una ola represiva contra 75 opositores pacíficos en marzo de 2003, Maseda y otros 21 comunicadores, exponentes de la realidad cubana, permanecen tras las rejas.
Cinco años de injusto encierro sin el menor amago de una revisión o suspensión de su causa. Mucho menos pensar que alguna corte o letrado, sujeto a la decisión suprema del Partido Comunista, pueda alentar el recurso de apelación.
Todo lo contrario sucede con el caso de los cinco espías. Algunos parlamentarios alemanes e italianos de la izquierda socialdemócrata se indignan por la negación de visas a familiares de los “cinco héroes”. Sólo se detienen a ver la parte “amañada” del juicio, constantemente tergiversada por la propaganda oficial y por los ecos de una intelectualidad presa de la izquierda más radical.
Ahora que urgen más las tejas de asbesto cemento que un concierto de solidaridad en la sala Centro Hostos de New York, estoy seguro que los Cinco aceptarían una tregua en su campaña.
No es por gusto que el Comité Internacional por la Libertad de los Cinco organiza actos de desobediencia civil frente a la Casa Blanca. La organización también paga por la publicación de denuncias y documentos en defensa de los Cinco en los periódicos de New York. Detrás están las finanzas del régimen de La Habana, esas que Noam Chomski no quiere ver porque seguramente forma parte de la nómina de intelectuales verde olivos.
¿Quien le prohibió a Elena Lozhkina, coordinadora de este comité en Rusia, y a seis de sus embelesados activistas, manifestarse frente a la embajada norteamericana en Moscú? Simplemente exigían entregarle a la Secretaria de Estado, Condoleezza Rice, un pedido por la libertad de los Cinco.
Por qué no se preguntan a cuantas madres y esposas de los prisioneros políticos y de conciencia cubanos, conocidas como Damas de Blanco, se les ha negado una petición de esta índole.
La desobediencia civil que provocó la ola represiva en 2003 no tuvo carácter violatorio o expiatorio, mucho menos injerencista. Los ayunos que dieron origen a la llamada Primavera Negra, no tuvieron como escenario el Ministerio de Justicia o la Plaza de la Revolución.
El caso de los Cinco consigue llegar a los lugares más recónditos del territorio nacional. Su Comité Internacional se encarga de los anuncios y las manifestaciones en Moscú, Caracas, Argentina o Luxemburgo, todo con el dinero del contribuyente cubano.
Ahora las actividades por su décimo aniversario están ligadas a la recuperación en las zonas afectadas por los fenómenos Gustav y Ike. Los máximos dirigentes del gobierno dicen que volverán las cubiertas a sus casas, los cultivos al surco y la alegría a pueblos y bateyes. También volverán los cinco compatriotas.
Chomski y el Comité Internacional por la Libertad de los Cinco, organizado y financiado por Cuba, dan la espalda a los presos políticos cubanos. No quieren voltearse para ver que están tras los barrotes por desafiar con la palabra el poder totalitario. Esos son los verdaderos héroes cubanos de altos quilates.
Autor: Odelín Alfonso Torna (publicado en Cubanet)